Después de más de un año, el B737 Max volvió a despegar. Se trató de un vuelo de recertificación realizado este lunes desde la planta de Boeing en Seattle.
Los ejercicios incluyen «una amplia gama de maniobras y de procedimientos de emergencia para medir si los cambios se ajustan a los estándares de certificación de la FAA», indicaron desde el ente regulador. Esta primera prueba se realizó con el aparato registro N7201S.
«Si bien los vuelos de certificación son un hito importante, quedan varias tareas clave. La FAA está siguiendo un proceso deliberado y se tomará el tiempo necesario para revisar a fondo el trabajo de Boeing. Levantaremos la orden de puesta a tierra solo después de que estemos satisfechos de que el avión cumple con los estándares de certificación», dijo la FAA.
Ahora falta saber si el resto de los países aceptarán la decisión de la FAA sobre el avión, una norma de la industria, o si elegirán realizar sus propios vuelos de recertificación, lo que representaría una pérdida de prestigio para la agencia estadounidense.
Las autoridades aeronáuticas deben probar las modificaciones hechas al avión observando su comportamiento en vuelo y analizando también miles de datos del recorrido. Sin embargo, la FAA ya advirtió que estas pruebas no serán suficientes, ya que el regulador fue acusado tras los dos accidentes de una relación demasiado estrecha con el fabricante y actualmente hay varias investigaciones en marcha, incluyendo una en el Congreso de Estados Unidos.